El CENTRO DE EMPLEADOS DE COMERCIO fue fundado el 1 de Julio de 1902. Ocuparía la Presidencia, Pío D. Proverbio, a quien acompañaría Faustino Pazos como Vicepresidente. El cargo de Secretario sería confiado a Dámaso Rodríguez y el de Tesorero a Ambrosio Coira. El Pro - Secretario fue Benigno López y el Pro - Tesorero, José Thalp. Se desempeñaron como vocales Lino Martínez, Ernesto Briera y Luciano Sabatté.
Los fundadores
Los fundadores de la Sociedad de Empleados de Comercio de Tandil, no fueron hombres del común, sino jóvenes que aspiraban a una vida mejor y comenzaron por luchar solidariamente para todos, como la más segura y legítima de las conquistas. Entre ellos figuran dos personajes que luego tuvieron relevancia en la historia de nuestra ciudad.
Pío Juan Dionisio Proverbio (1877 - 1947), fue elegido Presidente de la Comisión Fundadora.
Ambrosio Coira, su Tesorero de escrupulosa administración, curador de los bienes que quedaron tras el fallido ensayo inicial que duró dos años.
En ambos casos, como en el de que los acompañaron, figuran muchos nombres que luego de algunas décadas, fueron también directores de nuevos comercios.
Un sensible espiritu de superación lo llevó a incursionar en los casi inéditos caminos sindicales de la ciudad y pusieron en marcha una obra que sus sucesores se encargarían de perfeccionar.
Primer petitorio
El 11 de septiembre de ese mismo año se remitía una nota a dos comerciantes locales (Daniel Capiel y Cía. Y M. Bertone y Cía.) para pedirles que dejaran de abrir los domingos por la tarde, para que sus empleados pudieran descansar semanalmente ese medio día, y además, no fueran a ser imitados por otros patrones que habían aceptado un convenio acordado tiempo atrás, según el cual se confería tal pausa laboral a sus empleados.
La segunda fundación
El 22 de mayo de 1904 se realiza el intento definitivo para recrear la organización, con el nombre de Sociedad Empleados de Comercio de Tandil. Fueron 66 empleados de distintas firmas comerciales de Tandil los que asistieron a esta histórica Asamblea.
La Primera Comisión Directiva a partir de la reorganización fue presidida por Juan Gutiérrez.
Años sucesivos
La Sociedad fue afianzando sus pasos iniciales. El foco de lucha mayor tuvo que centrarse, no en las remuneraciones ni en las condiciones de trabajo, sino en la aplicación del Descanso Dominical (resistido duramente por los patrones) y por supuesto, en la duración de la jornada de trabajo que requirió largas y penosas negociaciones.
Nuevos Feriados y reducción de jornadas
De hecho, el 1º de marzo de 1916, la jornada de trabajo no había experimentado aún sustanciales disminuciones. Ese día se aprobaban los horarios que regirían a partir de entonces: en verano de 6.30 a 19.30 hs y en invierno de 7 a 19 hs.
Pero, mientras el Descanso Dominical y feriados patrios mayores (1º de Enero, 25 de Mayo y 9 de Julio) ya se respetaban, y se habían incorporado otros (el Viernes Santo y medio día de Lunes y Martes de Carnaval), es curioso que todavía se considerara laborable a Navidad y al propio 1º de Mayo.
Una década después (para 1926) la jornada de trabajo de nueve horas era ya un hecho en muchas casas importantes de la ciudad, y sólo faltaba la adhesión de algunos pequeños comercios.
Habría que aproximarse a 1930 para que, finalmente, la jornada de 8 horas, que era la aspiración universal, se concretara. En efecto, en la asamblea del 21 de marzo de 1930, la jornada de 8 horas todavía no había logrado imponerse, y la real causa era que la Ley 11.544 que la implantaba, no estaba reglamentada en la provincia, pero se insistía ante sus patrones para que comenzara su aplicación.
Los duros años treinta
Por aquellos años, el hervidero social, enervado por la parálisis producto de la Crisis Internacional de 1930 se hacía patente y volvía a manifestarse, pero las expresiones de solidaridad intergremial no se canalizaban fácilmente, porque se venía de una dura etapa de aislamiento y “sálvese quien pueda”. Los gremios tenían que actuar muchas veces por sí; ya que las centrales obreras habían perdido contacto con sus bases, razón por la que los directivos estaban obligados a ser cautos.
Atraídos por el prestigio de la Sociedad de Empleados de Comercio, y esperanzados en la fuerza moral que representaban, otros gremios pedían su intervención para obtener soluciones componedoras en sus conflictos, como era el caso de los gastronómicos, albañiles y panaderos.
Por esos años aparece en escena Ángel Gabriel Borlenghi, quien militaba en la década del ´30 en el Partido Socialista y era, además, indiscutido líder de la Confederación de Empleados de Comercio de la República Argentina. Luego sería Ministro del Interior en el gabinete de Perón a partir de 1946 y hasta 1955.
Dormir sobre el mostrador
Era tradicional, entre los antiguos empleados de comercio, las referencias y alusiones a los tiempos en tenían que “dormir sobre el mostrador”.
Con esto aludían a una costumbre que obligaba a los empleados (por lo menos a los más jóvenes, que no estaban casados) a quedarse toda la noche en el interior del negocio, atrancadas por supuesto, puertas y ventanas, como modo de vigilancia gratuita, ya que el dormir en el negocio formaba parte de deberes.
La costumbre se mantenía aun en domingos y en los escasos feriados de que disponían en el año. Don Filiberto Satti (quien fuera interventor en la Sociedad en 1956) recordaba que cuando ingresó en el hoy desaparecido Almacén El Bilbaíno, en 1928, debía por las noches, quedarse en él junto a otros siete empleados, distribuidos en distintos lugares del almacén y del corralón. No se les proveía de armas en lo que recuerda, pero si de linternas.
Todavía era soltero y a veces su compañeros se turnaban para que el pudiera salir un sábado o un domingo por la noche, y mediante llamados claves se hacían abrir la puerta por os compañeros que habían quedado adentro.
Generalmente tenían un colchón, que algunos para no dormir en el suelo, lo tendían sobre el mostrador.
La primera vez que visitó Tandil, fue en el año 1938, cuando las organizaciones mercantiles en toda la Provincia de Buenos Aires, se movilizaban para presionar ante el gobierno de aquel entonces, la sanción de la Ley que implantaría en su territorio el Sábado Inglés, ya en vigencia en la Capital Federal desde 1930.
Finalmente, poco antes de concluir el año 1944, el gobierno creaba por decreto la Caja de Jubilaciones para el personal de comercio, además de estructurar su funcionamiento, con la inocultable huella de Borlenghi. Era la coronación de seis largos años de lucha, de constante bregar y de formación de opinión pública en su favor.
Se comenzó a trabajar en el orden nacional por mejoras de sueldos, salarios y comisiones. El 29 de mayo de 1945 Borlenghi volvía a Tandil para hablar en un acto realizado en sede del club Santamarina en la entonces calle Independencia (hoy Irigoyen) al 600. Borlenghi explicaba el alcance de las medidas y exhortaba a la unidad.
No obstante, para fines de aquel año, el gobierno militar adoptaba medidas que impactarían nuevamente en la población: el pago de aguinaldo y una escala de mejoras remunerativas que alcanzaba a los mercantiles.
Por aquel entonces, la Sociedad de Empleados de Comercio de Tandil estaba circunstancialmente conducida por dos hombres de neta militancia radical: Bautista Antonio Roberti, como presidente; y Félix Nabarrot, como secretario.
Luego, hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, la duración de la jornada de trabajo, el Descanso Dominical y el Sábado Inglés habían quedado incorporados en forma inamovible tras una década de luchas, controles, denuncias y persecuciones. Hasta el pago de las vacaciones anuales se aceptaba sin regaños ni regateos. Se cumplía con las normas de la Ley 11.317 que regulaba el trabajo de mujeres y de menores.
En este período, las luchas sindicales se acentuaban, sobre todo en los primeros años del gobierno peronista, cuando todavía el afianzamiento de las conquistas sociales convergía con las propias políticas gubernamentales. En esas circunstancias, los nuevos directivos comenzaban a hacer una gimnasia negociadora, llena de pasos burocráticos, en los que el Estado, habitualmente, volcaba por primera vez en la historia su balanza (en cada caso específico) a favor de los sectores trabajadores.
Desde 1948 hasta la autointervención que decreta la Sociedad de Empleados de Comercio de Tandil en 1955 (pocos días después de producida la llamada Revolución Libertadora), está signado por la figura dominante de Santiago Hipólito Ithurrart, cuyo ingreso en la comisión se produjo en 1942. La personalidad y dinamismo de Ithurrart, imprimieron al accionar de la Sociedad una marcada presencia en la vida gremial tandilense. De hecho, su primera manifestación organizativa fue la de un pic-nic, una actitud confraternal, que tuvo lugar el 9 de enero de 1949 en el manantial de Domínguez, tradicionalmente conocido como el de Gardel (en lo que hoy son instalaciones adyacentes al balneario municipal).
EL “COMPAÑERO”
Generalizado su uso hasta en la forma oficial a partir de la era peronista, el tratamiento de “compañero” en la realidad traía antiguos antecedentes. En sus orígenes, fue usual entre los comunistas, socialdemócratas e incluso los anarquistas, aunque los dos primeros también recurrían a la expresión “camarada” para dirigirse a sus pares.
Recién en 1940, entre los mercantiles de Tandil comienza a usarse la voz “compañero” para anteponer al nombre o apellido de un afiliado al sindicato, ya que hasta entonces había sido usado el de “Señor”.
Los obreros de las canteras en Tandil lo usaban desde virtualmente sus orígenes (fundado en 1906) quizás por la influencia inicial de los anarquistas.
Una vez producida la caída de Perón, un gobierno militar encabezó lo que desde entonces se llamaría la Revolución Libertadora. Todos los estamentos del país fueron intervenidos políticamente. Muchos sindicatos también como parte de esta misma política represiva. No obstante, algunos de ellos, dando un ejemplo de madurez y espíritu democrático, convocaron a asamblea y designaron interventores ellos mismos. Así procedió, por ejemplo, la Sociedad de Empleados de Comercio. De hecho, aquellos duros seis años que habían culminado en 1944 con la sanción del Decreto Ley que creaba la Caja de Jubilaciones para los Trabajadores Mercantiles habían transformado a los Empleados de Comercio en uno de los símbolos de la lucha civilizada y pacífica en pos de las mejoras sociales.
En definitiva, el 24 de septiembre de 1956, se producían las elecciones gremiales, por primera vez desde la llegada de la Revolución Libertadora, para elegir la nueva comisión directiva.
La nueva dirigencia, cuyo Secretario General era Jorge Rotonda, tuvo como objetivo primordial buscar “la mejor manera de organizar al SEC desde el punto de vista organizativo” por ejemplo, copiando toda la correspondencia, siendo mas estrictos con las asistencias a las reuniones y cuidando que toda compra y pago que realizara la sociedad se fuera mediante órdenes autorizadas.
El período que abarca los años ´60 y parte de los ´70 se caracteriza por una gran inestabilidad institucional, en la cual las diferentes comisiones directivas se van sucediendo una tras otra sin completar su mandato. Además, básicamente, el sindicato perdió mucho terreno en cuanto a la representación, pues los trabajadores comenzaron a alejarse a raíz de la falta de respuestas.
Aparte de esto, no existen casi documentos entre los años 1967 - 1978, por lo cual, la reconstrucción se hace muy difícil. No obstante, parece cerrarse una etapa en 1978, cuando una nueva comisión se hizo cargo del gobierno de la Sociedad. Esta intervención fue dictada por la Confederación General de Empleados de Comercio, a pedido expreso del entonces secretario general Eduardo Calvo, quien elevó una nota donde informaba que la filial se encontraba en un estado de acefalía de Comisión Directiva, y que requería la designación de un delegado normalizador. Es importante recordar que por aquellos años, el Golpe Militar de 1976 había prohibido todo tipo de elecciones y había prorrogado indefinidamente el mandato de aquellos que estaban a cargo de cada institución (por encumbrada o modesta que fuera) en el momento de producirse el derrocamiento del gobierno constitucional.
Culminaba de ese modo, un penoso período de la historia del Sociedad, jalonada por una serie de desaciertos administrativos, la mayor parte de los cuales emanaba de los errores que se habían cometido en la conducción de la proveeduría, un fracaso que ya era imposible reparar.
Hacia la normalización
Con el retorno a la democracia en 1983, la Sociedad se planteaba otros objetivos de mayor envergadura, como por ejemplo, volver a generar y sostener los lazos con sus afiliados, los cuales se encontraban escépticos o apáticos ante el accionar del SEC. De este modo, se generaron desde la Sociedad diferentes medidas tendientes a favorecer el estrechamiento del vínculo con los afiliados, logrando entre otras cosas, la reorganización de la biblioteca, el descuento en medicamentos, el servicio de peluquería, clases de gimnasia gratuitas, el servicio de odontología, la construcción de la Guardería Osito Blanco, etc. Todo lo cual sirvió para que los empleados de comercio y sus familias se sientan cada vez más cerca del sindicato.
El 20 de noviembre de 1984 fue fijada como fecha para las elecciones, resultando ganadora la Lista Verde, que llevaba como candidato a Secretario General a Horacio Ivorra, el cual fue reelecto en sucesivas oportunidades.
Durante la década de los 90’ la baja conflictividad gremial en el sector mercantil, hizo focalizar los servicios en torno a la figura de la Mutual de Empleados de Comercio. Que en un principio actuó como una importante usina de prestaciones para nuestros afiliados. Esto llevó a que de alguna manera se haya mutualizado las acciones sindicales. Con el fin del programa económico, denominado Convertibilidad, se empezó a desnudar en la sociedad argentina las dificultades de todos los proyectos individuales y colectivos. Nuestro Sindicato no escapó a esta problemática y muchos y ambiciosos proyectos tuvieron que ser abandonados.
Un rasgo distinto de la gestión de Horacio Ivorra, es que desarrollo casi todas las actividades desde Mutual de Empleados de Comercio de Tandil, y ante la ausencia de él se vio resentida la relación del Gremio con la Mutual.
Tras la irreparable perdida de Horacio Ivorra, en febrero de 2000, los destinos del Sindicato, en esos años de incertidumbre para la Argentina, quedó en manos de Cecilia Bagassen de di Tada, que con mucho esfuerzo, pudo mantener la organización en momentos muy complicados de nuestra historia institucional. La Secretaria General, pudo afrontar la tarea de empezar a enmendar los desajustes que se produjeron durante los años 90’ frente a los nuevos escenarios que se avecinaban, uno de los pilares fundamentales en torno a la nueva tónica sindical, iba a estar anclada en la actividad gremial. Además de intentar solucionar distintas dificultades que tuvo que afrontar el gremio por la crisis post convertibilidad.
Para el 22 de septiembre año 2006, se llevaron a cabo elecciones en nuestro Sindicato, siendo ganadora la lista Verde, encabezada por Hugo Mouhapé, acompañado por un grupo de jóvenes, dando una dosis de experiencia y juventud a los destinos del Sindicato. La acción gremial fue jerarquizada, como el elemento distintivo de nuestro Sindicato, fortaleciendo nuestra función gremial, por sobre todas las cosas, sin abandonar las prestaciones de servicios que hicieron fuerte a nuestra organización.
El cambio de nominación de Sociedad de Empleados de Comercio a Sindicato de Empleados de Comercio de Tandil, no es simplemente un nominalismo abstracto, es una concepción arraigada en los miembros de la Comisión Directiva, que en Asamblea Extraordinaria del 15 de diciembre del 2006, se cumplimentó por el nuevo nombre, acorde a la visión gremial que nos toca vivir. “Para estar a la altura de las circunstancias, es necesario tener la identidad en claro”; manifestó el Secretario General, Hugo Mouhapé, en la mencionada Asamblea, lo cual fue votado por unanimidad.
Se refaccionó la Guardería Osito Blanco, teniendo un espacio de privilegio para los hijos de nuestros afiliados, se profesionalizó y se capacita permanentemente a las personas que se encuentran con la enorme responsabilidad de tener al cuidado los hijos de afiliados.
La Casa de la Cultura que se encuentra en San Lorenzo 1345, fue inaugurada en el año 2008, con un inconfundible mensaje que pone acento en la capacitación de los mercantiles. Esta capacitación no solamente mejora las competencias laborales de quienes hacen los cursos, sino que además existen cursos para toda la familia mercantil, en distintas especialidades, desde teatro, idiomas, computación hasta desarrollo de habilidades caseras.
Desde la Secretaría de Cultura, se vislumbró una importante apuesta, las instalaciones fueron ampliadas con la inauguración de la Sala Cultural Ángel Borlenghi, y ahora si podemos decir que poseemos un espacio propio para desarrollar actividades culturales. Además se inauguraron dos salones más, equipados con la tecnología acorde a las demandas y exigencias de los nuevos cursos.
A su vez existe en esa dirección una Agencia de Osecac, lo cual facilita la realización de distintos trámites que tienen que hacer los beneficiarios de nuestra Obra Social.
Se comenzó a generar un vínculo distinto con nuestros afiliados, desde la aparición del primer número de la Revista En Marcha, se puso en evidencia la cuota de comunicación que faltaba con los afiliados al Sindicato. Desde allí se difunden las novedades que se generan desde las distintas Secretarías. Además de ser un espacio para difundir temas importantes que hacen al cumplimiento de las leyes laborales y al conocimiento de ellas por parte de nuestros afiliados.
Desde la Secretaría de Acción Social, se programa anualmente la Fiesta del Día del Niño, la Fiesta del Empleado de Comercio y se organiza la entrega de útiles escolares para los hijos de nuestros afiliados en edad escolar, otorgando materiales para estudiar de primera calidad.
Desde la Secretaría de Asuntos Gremiales, se desarrolla asistencia a los empleados de comercio en general, ante consultas que se reciben en dicha Secretaría. Además se promueve el desarrollo de Delegados, promoviendo una fluida comunicación algo que redunda en una merma en la conflictividad gremial en cada uno de los espacios laborales que correspondan.
Por último, se han ampliado los servicios y se han mejorado ostensiblemente. Desde los reintegros por el uso de Gimnasios, alquiler de quinchos, Colonias de Vacaciones, Pileta gratis para los afiliados, etc. Que se logra a partir de una organización entre las secretarías, privilegiando el sentir de los afiliados.
Esto se pudo hacer, al ordenar económica y financieramente al Sindicato desde la Secretaría de Finanzas, por ello se permite vislumbrar la proyección de nuestra organización de una manera sólida y solvente.
Por eso, ya a casi cumplir 110 años de nuestra fundación y después de algunos reveses, seguimos diciendo, como lo hicieron los fundadores que hemos puesto en Marcha una organización que se ha ganado el respeto en nuestra ciudad, de la cual no sentimos orgullosos.
Fuente:
90 en el 92. Publicación del SEC Tandil, por el 90º Aniversario. Tandil 1992.